Hoy me tropecé con tus ojos violetas y solos.
Me besabas con la lengua en mi hocico de ramera.
Venas calladas, no fuimos invitados a la fiesta de la
perfección, del antidolor y los palacios.

            Los poetas oficiales hacen cruces.
Y los fantasmas llevan babuchas a la moda.
Esa que chatea con la noche cuenta de sus pródigas
migajas a las hazañas.

            Por eso, ahora que las esquirlas del verano se
desparramaron por el éter y las alas se transforman,
vendrás a buscarnos en el barro, a nosotros
que cantamos los lamentos de los césares idiotas.